Supongo
que hacía dos años y poco que me había separado. En ese momento no tenía
ninguna relación formal, semi-formal ni de ningún otro tipo. Buscando algo en
un cajón, encontré la que fuera mi alianza hasta el momento en que me separé.
En seguida se me vino a la mente usarla el siguiente viernes, para el que
faltaban dos o tres días. ¿Qué sucedería ese viernes en particular? Sucedía que
asistiría a una reunión con algunos amigos y estaba invitado un caballero del
que me habían contado infinidad de talentos adivinatorios*. Como escéptico, no
podía dejar pasar tan apropiada situación.
Llegó
el viernes, llegaron las pizas, llegó el helado y llegó el momento del
entretenimiento barato. ‘’Él no cree que tengas un don para adivinar el futuro’’,
le dijo alguien al sujeto en cuestión refiriéndose a mí. Claro: habíamos varios
a quienes no conocía y supongo –casi juraría- que a sus ojos podíamos ser
potenciales clientes. Así que no dudó un minuto en sacar las cartas de Tarot
Marsellés que convenientemente llevaba consigo.
Con cartas, bola de cristal, borra de café o lo que sea, el truco es el
mismo; toda la parafernalia que lo rodea
es simplemente un accesorio. Y conociendo el truco, me limité a complicárselo
un poco. Corté el mazo en 3, los separé, elegí no-sé-cuántas cartas e hice todo
lo acostumbrado en estos casos. Todo muy lentamente y siempre con mi mano
derecha, que portaba la alianza. No hace falta que tengan poderes para adivinar
lo que sigue. Todas, TODAS las ‘’predicciones’’ del sujeto se referían a mi
supuestamente actual matrimonio. Obviamente quienes me conocían más entendieron
inmediatamente las estafas (la mía y la de él). Pero, ¿los que no lo sabían?
Ellos quedaban boquiabiertos ante cada una de mis respuestas afirmativas. ‘’
¿Están pensando en tener hijos, verdad?’’. Si, claro: lo hablamos anoche,
justamente…
El
truco al que hago referencia en los párrafos anteriores se llama Lectura en frío y es bien conocido por los ilusionistas. No es
algo difícil de lograr si se practica. A grandes rasgos, la idea central es
observar al consultante –víctima- e intentar deducir la mayor cantidad de datos
acerca de su personalidad y de su vida. Existe una gran variedad de cosas que
nos delatan en tal sentido, como ser la vestimenta, los gestos, la forma de
hablar y las palabras que usamos, etc. Ojo: no se trata de las técnicas que
podemos ver en series como Lie to me (que
por cierto, son otra chantada seudocientífica), sino de actitudes, poses y
elementos más generalizados.
Existe
cierto esquema por el cual guiarnos para poner en práctica la Lectura en frío:
1. Análisis visual:
Se trata de incorporar lo más rápidamente todo tipo de
información que nos ofrece el aspecto y las formas de actuar de la persona. No
veo necesidad de extenderme en los datos que podemos obtener acerca de la
personalidad de alguien que, por ejemplo, nos habla desviando la mirada, se
sienta encorvado, se come las uñas mientras nos oye, nos mira por encima del
hombro, etc. Casi todos sabemos qué demuestran esas características. Las manos suelen develar un montón de datos
acerca de su poseedor, y obviamente no estamos hablando de quiromancia. En mi
caso particular que narré al principio, una alianza reveló una gran porción de
mi vida. De manera falsa, claro está. Las manos de alguien que se dedica a la
mecánica, por ejemplo, se distinguen fácilmente de las de un pianista, y así
podríamos seguir indefinidamente. La apariencia general también nos revela el
estado socio-cultural de la persona, y de allí podemos deducir muchas
obviedades acerca de ella. ‘’Usted tiene problemas financieros’’ no es
precisamente una revelación digna de aplausos cuando se lo decimos a alguien
que nos visita vistiendo ropas que delatan su mal pasar económico.
2. Lo que la
persona desea oír:
Una vez realizada la primera fase, es hora de ganarnos
su empatía. Basándonos en los datos obtenidos podemos saber casi con seguridad
lo que el consultante –víctima- quiere escuchar y así generar cierta complicidad
necesaria para continuar. Supongamos que se trata de una persona de aspecto no
muy agraciado, tímida y un poco tosca. Casi con seguridad, esa persona estará
deseando escuchar las palabras: ‘’A vos no te están valorando como te merecés.
No lo hacen basándose en un montón de prejuicios, y es una pena, porque sos una
persona realmente inteligente e interesante, con mucho para dar’’. Si: estoy generalizando y prejuzgando a
alguien por su aspecto. ¿De qué piensan que se trata esta técnica?
3. Fase
teatral:
Ya nos ganamos la confianza de la persona y ahora
debemos demostrarle nuestros poderes místicos. En este momento hacemos lo mismo
que haríamos si deseáramos hacer una predicción acerca del acontecer general:
realizar afirmaciones extremadamente vagas y con la mayor cantidad de
interpretaciones posibles. No obstante, eso no alcanza en este caso, ya que no
estamos redactando las predicciones para Tauro, por ejemplo. Aquí tenemos
frente a nosotros a la única persona que puede afirmar o refutar nuestras
afirmaciones con total autoridad. Entonces, ni bien afirmamos algo, debemos
observar a nuestro interlocutor y recoger pistas. Puede parecer difícil, pero
no lo es tanto cuando se tiene práctica. Un ejemplo:
-Usted está considerando cambiar de trabajo.
-No.
-Pero ha recibido ofertas…
-No, tampoco.
-Es curioso que me diga que no, porque las cartas
indican que usted se ve a sí mismo haciendo otra cosa en un futuro. (Aquí el
consultante –víctima- muestra algo de sorpresa abriendo un poco más los ojos,
como diciéndonos: ‘’vas bien por ahí’’) ¿Está totalmente seguro de que no hay
cambios laborales en su horizonte?
-Bueno…estoy considerando cambiar de sucursal en mi
trabajo actual, pero no de empresa.
-¡Aha! EXACTAMENTE lo que le decía: lo veo haciendo
otras tareas. (A partir de allí podemos deducir que la persona se mudó más
cerca de otro local ya existente, que abrirán uno nuevo más cerca de su casa,
que ha tenido problemas en el que está, etc. Será cuestión de seguir con la
técnica e ir hilando cada vez más fino)
¿Exactamente? No. Lo primero que dijo el ‘’vidente’’
fue que lo veía cambiando de trabajo, lo cual significa bastante más que
cambiar de local. Pero basándonos en un principio fundamental de las prácticas
esotéricas que dice: ‘’la gente desea ser engañada’’ podemos ver que la persona
es capaz de brindarnos datos importantes por voluntad propia. Otra cosa a la
que tienden los crédulos es a olvidar enseguida las fallas del ‘’adivino’’. Por
eso es fundamental que recalquemos cada acierto y minimicemos los errores,
acompañando esto tanto con palabras como con actitudes. Es fundamental tener
cierto talento actoral para llevar a cabo esta técnica, al igual que en
cualquier otro acto de ilusionismo.
De
eso se tratan las mancias en cualquiera de sus variedades: de una técnica usada
por ilusionistas. Claro: al ilusionista le pagamos la entrada porque sabemos,
él mismo nos dice que nos va a mentir. En el caso de los chantas, no. Y no
basamos nuestras decisiones a futuro en lo que podríamos ver en un show de
magia. Hacerlo sería tremendamente irresponsable, ¿verdad? Bueno…lo mismo en
estos casos.
*El ‘’adivino’’ que cito al principio era un
umbandista del que no logro recordar su nombre ‘’artístico’’, mucho menos el
real. No lo omito por evitar denunciar públicamente sus chantadas. De recordar
su nombre pueden estar seguros que lo denunciaría.